“Habla una nueva lengua para que el mundo sea un nuevo mundo” – dice Rumi.

El plurilingüismo es la esencia del trabajo de intérprete de conferencias.

Me resulta apasionante observar cómo cambio según el idioma que hablo. Vivo en una realidad plurilingüe, donde las lenguas están siempre entrelazadas y crean una dimensión lingüística conjunta y única. Viviendo esta experiencia, veo cómo usamos diferentes idiomas en situaciones socioculturales distintas y adaptándonos a ellas, cambiamos nuestras personalidades.

Hay también otro cambio relacionado con los idiomas, un cambio muy importante: cambiar de idioma es cambiar de perspectiva, ver que las cosas no tienen por qué ser cómo las teníamos asumidas. Los idiomas nos enseñan a abrir la mente, a aceptar lo diferente, lo impensable, lo nuevo. Porque lo ilógico de un idioma es la norma de otro.

Saber idiomas nos enseña cierta tolerancia, puramente conceptual y lingüística: para aprender un idioma nuevo, hay que tolerar su gramática. Esa tolerancia fácilmente se puede trasladar a otros aspectos de la vida. Al igual que nuestro idioma no es el único que hay, nuestra forma de pensar tampoco lo es. Aprender un idioma muy distinto cuesta, también cuesta aceptar realidades y formas de pensar diferentes.

Vale la pena, para conocer nuevos mundos.